
En Leo Matiz es imposible separar vida y fotografía. Su historia es la de un hombre marcado por la aventura, las grandes pasiones, la tragedia, el impacto de las cosas nuevas, la sensualidad del instante y por su época.
Desde la década del 30 y hasta su muerte en 1997, registró en sus imágenes perturbadoras y dolorosamente lúcidas, todo un tiempo plagado de acontecimientos singulares que nos conducen al corazón de los conflictos sociales y políticos del siglo XX.
Su habilidad para capturar el alma del ser
humano se refleja en sus famosos retratos en los cuales su técnica de contrapicado realza el carácter de importantes personajes de nuestra América como Frida Kahlo, Diego Rivera, David Siqueiros, Pablo Neruda, Nelson Rockefeller, Fidel Castro, Fulgencio Batista, Maria Félix, Isabel Sarli, Juan Domingo Perón o de aquellos personajes internacionales fuertemente vinculados con el continente como Tina Modotti, Luis Buñuel o Marc Chagall.
Leo Matiz logra esa misma fuerza expresiva en los rostros de las tejedoras colombianas, las aguadoras de Yucatán, las
campesinas boyacenses o las indígenas del amazonas.
Nacido en Aracataca, Colombia, en 1917, primero estuvo interesado por el dibujo, llegando a estudiar en
Poco después, participó en la fundación de una publicación de carácter policial, Folletón y a los 23 años de edad, en
cultura mexicana.
Realizó reportajes para Life, Selecciones del Rider’s Digest, Look, Harper’s Magazine, Norte, además de trabajar para Naciones Unidas.
Hizo su primera exposición en 1942, recibiendo una muy buena crítica, año en que se vinculó a Manuel Alvarez Bravo como su asistente en la fotografía fija de cine, hasta 1946.
El muralista David Alfaro Siqueiros le encargó la realización de varias fotografías para la realización de un mural, muchas de las cuales fueron copiadas en todos sus detalles. Eso motivó el enojo de Matiz por no ser incluido en los créditos, iniciándole una demanda judicial. Fue entonces cuando Siqueiros intentó prenderle fuego al estudio del fotógrafo colombiano para que no quedaran pruebas del plagio. Desilusionado y hasta temiendo por su vida, Leo Matiz tuvo que abandonar México, radicándose en Nueva York.
En 1948 fue enviado como observador de Naciones Unidas a Palestina, para cubrir la
guerra entre israelíes y árabes, donde fue herido de gravedad y se lo llegó a dar por muerto. Sus fotografías del atentado del mediador del conflicto, Conde Bernardotte, fueron publicadas en todo el mundo.
En 1951 regresó a Colombia, radicándose en Bogotá donde fundó una galería de arte, después de haber recorrido varios países de América, entre ellos Argentina. Nuevamente, en 1958, se fue de su país esta vez para vivir en Venezuela, donde se quedó casi dos décadas, trabajando junto a Gabriel García Márquez en la revista Momento. Fotografió la violenta caída del dictador Marcos Pérez Jiménez, las cuales fueron publicadas por la revista París Match.
Sobre su obra, la crítica e historiadora colombiana María Margarita García
escribió: “Así, Leo Matiz, en casi sesenta años de actividad, relató hechos de vida, episodios, escenas de trabajo, ofrecidos en una vida intensa. Siempre buscando un ángulo distinto no solo de pensamiento sino de estética. Siempre con una mirada de intelectual que lo llevó a lo primordial y a superar dificultades imprescindibles para un fotógrafo como lo fue la pérdida de su ojo izquierdo con el cual intuyó durante los últimos dieciocho años esa profundidad alcanzada con el manejo de la luz en sus obras”.
Agradecimiento
Fotomundo agradece la colaboración de Juan Ignacio Holder y de Sarita Vigna, de Relaciones Institucionales y Prensa del Museo I. Fernández Blanco, así como de la curadora, Leila Makarius, para la realización de este artículo.
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